¿Qué Dice la Biblia Acerca del Abuso Infantil?
La Biblia no utiliza la expresión «abuso infantil» de manera específica, pero establece principios claros sobre el valor y la protección de los niños. Los niños ocupan un lugar especial en el corazón de Dios, y cualquiera que los lastime está trayendo sobre sí la ira divina. Jesús mismo mostró un profundo amor y respeto por los niños. En Marcos 10:14, cuando los discípulos trataron de impedir que los niños se acercaran a Él, Jesús los reprendió y dijo: «Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios». Luego, los tomó en sus brazos y los bendijo, demostrando la importancia de cuidar y proteger a los más pequeños.
La Prohibición del Abuso en la Biblia

Aunque la Biblia no aborda directamente el concepto de «abuso infantil», establece claramente que cualquier forma de maltrato es contraria a la voluntad de Dios. Aquí se muestran las formas en que la Biblia prohíbe el abuso infantil:
1. Abuso Físico y la Ira Indebida
La Biblia advierte en contra de la ira injusta y descontrolada, la cual a menudo se manifiesta en el abuso físico. Efesios 4:26-27 dice: «Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo». Los niños son a menudo víctimas de palizas cuando los padres descargan su ira y frustración sobre ellos. La disciplina física, aunque puede ser aceptable en ciertos contextos bíblicos, nunca debe ser administrada en un momento de ira. Proverbios 29:22 dice: «El hombre iracundo levanta contiendas, y el furioso muchas veces peca». La ira injustificada o descontrolada no tiene cabida en la vida de un cristiano y debe ser confesada y manejada adecuadamente.
2. Abuso Sexual
El abuso sexual es un pecado abominable, y la Biblia lo condena rotundamente. Este tipo de abuso es particularmente devastador, ya que destruye la inocencia y vulnerabilidad del niño. Además de violar los mandamientos de Dios sobre la pureza sexual, este tipo de abuso ataca la esencia misma del niño, dañando su autopercepción, límites físicos y su conexión espiritual con Dios. Jesús advirtió severamente contra aquellos que causan daño a los niños, diciendo: «Y cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar» (Mateo 18:6).
3. Abuso Psicológico y Emocional
La Biblia también prohíbe el maltrato psicológico y emocional. Efesios 6:4 exhorta a los padres a no exasperar a sus hijos, sino a criarlos en «la disciplina y amonestación del Señor». Las palabras duras, la manipulación emocional y la creación de entornos inestables pueden ser tan dañinas como el abuso físico. Colosenses 3:21 dice: «Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten». Debemos usar nuestras palabras para edificar y alentar, especialmente a las mentes y corazones tiernos de los niños (Efesios 4:15-16, 25-32).
La Responsabilidad de Proteger a los Niños
Está claro que el abuso infantil en cualquiera de sus formas es contrario a la enseñanza bíblica. Dios nos llama a proteger y cuidar a los más vulnerables, y los niños están entre los más indefensos. Aquellos que sospechen que un niño está siendo abusado tienen la obligación moral y legal de informar a las autoridades competentes.
Esperanza y Sanidad en Cristo
Para aquellos que han sido víctimas de abuso o que han sido abusadores, hay esperanza, sanidad y perdón en Jesucristo. Dios es un Dios de misericordia y restauración. Buscar la ayuda de un pastor cristiano, consejero o un grupo de apoyo puede ser un primer paso en el camino hacia la sanidad y la plenitud. Jesús vino para traer vida y restauración a todos los aspectos de nuestro ser, y esto incluye la sanidad de las heridas causadas por el abuso (Isaías 61:1-3).
Reflexión Final
El abuso infantil es un pecado grave y abominable ante los ojos de Dios. La Biblia nos llama a proteger a los niños, a guiarlos con amor y a disciplinarlos de manera justa y compasiva. Cada niño es precioso a los ojos de Dios y merece ser tratado con dignidad y respeto. Como cristianos, debemos estar atentos y dispuestos a defender y proteger a los más vulnerables, siguiendo el ejemplo de amor y compasión que Jesús nos mostró.