Límites en las Relaciones Amorosas ¿Hasta Dónde Puedo Llegar Siendo Cristiano?
Muchos jóvenes, incluso aquellos con fuertes convicciones cristianas sobre la abstinencia, pueden encontrarse desprevenidos ante las emociones y tentaciones que surgen en las relaciones sentimentales. A menudo, la enseñanza sobre la abstinencia se queda corta al no abordar la complejidad de la sexualidad y los riesgos asociados con «jugar» con los límites. La pregunta «¿hasta dónde es demasiado lejos?» no tiene una respuesta definitiva, ya que depende más de la actitud del corazón y de las intenciones detrás de las acciones.
La Actitud Correcta Hacia la Pureza

Si empezamos a preguntarnos «¿qué tan cerca puedo llegar antes de tener que arrepentirme?», ya estamos en una zona peligrosa. La actitud correcta para un cristiano es preguntarse «¿cómo puedo mantener mi corazón y mis pensamientos puros para honrar a Dios en esta relación?» y «¿cómo puedo proteger la pureza de la persona con la que estoy saliendo?» (Filipenses 2:3-4). Toda expresión sexual fue diseñada por Dios para la relación matrimonial (1 Corintios 7:2). Las expresiones románticas antes del matrimonio son pasos que conducen al acto sexual, y el «punto demasiado lejos» es cuando esas expresiones se convierten en un deseo de pecar.
La Pureza Sexual Comienza en el Corazón
El pecado comienza en el corazón (Marcos 7:20-23). Por lo tanto, en lugar de simplemente evaluar las acciones externas, debemos analizar nuestras motivaciones internas. La pureza sexual debe comenzar en el corazón y luego manifestarse en nuestras actitudes, elecciones de actividades y en las palabras que usamos. Por ejemplo, la popularidad del «sexting» entre los jóvenes es un ejemplo de cómo se puede violar la pureza moral sin contacto físico. Este comportamiento es pecaminoso porque crea lujuria y lleva a la persona a pecar (Romanos 14:13).
Hemos pecado cuando creamos intencionadamente lujuria en otra persona, ya sea a través de ropa inapropiada, comportamiento coqueto o tocando físicamente partes del cuerpo que no nos corresponden. Las demostraciones de afecto deben ser evaluadas por su intención y efecto. Una pareja comprometida puede compartir un beso apasionado sin pecar si sus deseos son puros y el beso es una expresión de amor desinteresado. Sin embargo, las sesiones prolongadas de besos como parte normal de una relación de citas pueden crear pasiones lujuriosas que no se pueden cumplir de manera justa, lo cual es pecado.
Establecer Límites Sabiamente
Los solteros sabios deciden de antemano cuáles serán sus límites para mantenerse puros (Mateo 5:8). Estos límites pueden variar para cada persona y cada relación. Algunas parejas eligen reservar su primer beso para el día de la boda, mientras que otras creen que los besos largos son apropiados para aquellos que están comprometidos y se acercan al matrimonio. Sin embargo, nunca es aceptable quitarse la ropa, acariciar por debajo de la ropa, simular el acto sexual (incluso con ropa puesta), o hablar en términos vulgares (Efesios 4:29). Dicho comportamiento está diseñado para provocar deseos sexuales que no pueden ser cumplidos y es, por tanto, un pecado (1 Corintios 8:12).
Guía Bíblica para la Pureza
1 Tesalonicenses 4:3-8 ofrece una guía clara para aquellos que desean mantenerse puros: «La voluntad de Dios es que sean santos, entonces aléjense de todo pecado sexual...». Este pasaje nos llama a controlar nuestros cuerpos y a vivir en santidad y honor, no en pasiones sexuales. Como cristianos, debemos recordar que desobedecer estos principios es rechazar a Dios y su Espíritu Santo que mora en nosotros.
Invitando a Jesús a Nuestras Relaciones
Un cristiano sincero que desea honrar a Dios en sus relaciones sentimentales debe entrar en cada situación con la conciencia de que Jesús está presente. La Biblia llama a esta conciencia «el temor del Señor» (Proverbios 16:6; 14:16). Nos mantenemos alejados del mal cuando desarrollamos el temor del Señor, porque no queremos pecar en su presencia. En lugar de preocuparnos por «ir demasiado lejos», podemos eliminar esa posibilidad invitando a Jesús a nuestros encuentros, protegiendo así nuestra pureza y la de nuestra pareja.
Reflexión Final
La pregunta «¿hasta dónde es demasiado lejos?» se responde mejor con una actitud de honrar a Dios y proteger la pureza de la relación. La clave está en centrar nuestras motivaciones y acciones en la gloria de Dios, en lugar de ver cuán cerca podemos llegar al pecado. Al establecer límites sabios y recordar la presencia de Jesús en nuestras relaciones, podemos mantenernos alejados de situaciones peligrosas y honrar a Dios en todo momento.